Abrazar la propia muerte. La reflexión de Xavier Melloni Ribas sobre muerte, vida y existencia

Xavier Melloni –teólogo, antropólogo y escritor sobre espiritualidad– abordó en la sesión “Abrazar la propia muerte” celebrada por el Consejo Asesor de la Fundación Mémora en Zaragoza temáticas como el significado de la muerte, la diferencia entre eternidad y perdurabilidad, y la distinción entre vida –en minúsculas– y Vida –en mayúsculas–, para entender que la muerte es el nacimiento hacia otras dimensiones de existencia.

Xavier Melloni Consejo Asesor Fundación Mémora

El ser humano vive entre los dos interrogantes de la existencia: ¿de dónde provenimos? y ¿a dónde vamos? La sociedad actual ha convertido la muerte en un momento que debe ser temido. Pero, en palabras de Xavier Melloni Ribas, quien teme a la muerte, también teme a la vida.

Xavier Melloni –teólogo, antropólogo y escritor sobre espiritualidad– abordó en la sesión “Abrazar la propia muerte” celebrada por el Consejo Asesor de la Fundación Mémora en Zaragoza temáticas como el significado de la muerte, la diferencia entre eternidad y perdurabilidad, y la distinción entre vida –en minúsculas– y Vida –en mayúsculas–, para entender que la muerte es el nacimiento hacia otras dimensiones de existencia.

La jornada comenzó con la declaración de que el propio momento de nacer ya supuso una muerte para cada uno de nosotros: la muerte a un paraíso, un lugar primordial en el que todo nos fue dado y que abandonamos para no quedar empequeñecidos. De este modo, Xavier Melloni iniciaba su sesión con la premisa de que quizás aquello que es muerte es, en realidad, vida invertida. 

La sesión estuvo enmarcada en la idea de que, a menudo, nos parece que al morir la vida perece. Pero nacemos y morimos continuamente. Cada mañana y cada día que acaba, cada hola y adiós, cada inspiración y exhalación. Tal y como expuso Melloni: el arte de vivir es el arte de prenderse y desprenderse.

Las grandes confusiones en torno a la muerte

La diferencia entre eternidad y perdurabilidad

Las personas queremos vivir para siempre. Experimentamos la vida aferrados al deseo de perdurar creyendo que es equivalente al de ser eternos. Pero la eternidad y la perdurabilidad son conceptos diferentes. Para ilustrarlo, Xavier Melloni mencionó que, cuando amamos a alguien, el amor que sentimos es “para siempre” porque es de calidad. Pero este “siempre” es distinto al sentido de perdurabilidad. 

Nuestros cuerpos están programados en un tiempo biológico. Son el vehículo para nuestro ser. Un vehículo que crece en un tiempo determinado y evoluciona en su estructura molecular. Pero, del mismo modo que los árboles cambian sus hojas, nosotros también debemos saber desprendernos de aquello que un día acogimos, pero que ya ha servido su propósito.

En el momento de la muerte, nos desprendemos del vehículo que nuestro ser ha ocupado, pero la Vida (en mayúsculas) no perece. Porque, a diferencia de la vida en minúsculas –referida al tiempo que pasamos en este transcurso vital que conocemos dentro de nuestro cuerpo–, la Vida es eterna. 

Todo nos prepara para el último momento de desprendimiento: morimos para trascender hacia dimensiones que aquí desconocemos. Así, Melloni recordó que la perdurabilidad corpórea no es equivalente a la eternidad de nuestro ser.

Nuestro papel como cocreadores de nuestra muerte

La sesión continuaba con la segunda gran confusión de nuestra cultura: cada uno muere como ha vivido. Xavier Melloni profundizaba sobre esta afirmación al decir que las cosas no pasan por casualidad, sino por causalidad. Pero al no conocer el origen de lo que llamamos “casual”, atribuimos estos sucesos aparentemente inexplicables a una fuerza que está fuera de nuestro control. Pero la realidad, como comentó Xavier Melloni, es distinta.

“La muerte”, decía, “es la oportunidad que nos da la Vida para que a través de nuestras vidas recorramos un tramo de existencia”. El momento de la muerte debería ser la culminación de nuestro recorrido hasta entonces para trascender hacia otros niveles. La confusión se da en el momento de entender niveles de existencia que todavía desconocemos. Al no poder explicar lo que no hemos experimentado, percibimos la muerte como algo que debe ser temido y evitado.

Pero la ciencia nos ha demostrado que negar la existencia de algo que desconocemos no minimiza su validez. A lo largo de los años hemos avanzado en nuestro conocimiento sobre el ser humano y el universo. La gran inmensidad del espacio pasó de considerarse imposible a aceptarse y también estudiarse. Ante estas demostraciones de la ciencia, Xavier Melloni planteaba la pregunta, ¿realmente todo lo que existe es solo lo que conocemos?

Vivimos para amar y tener conciencia de lo que somos. “Para trabajar y trabajarnos”, afirmó Melloni. Una vez hemos cumplido este cometido, “el reloj del alma empieza a sonar sobre el reloj del cuerpo”. Crecen las enfermedades que avanzarán en este vehículo (el cuerpo) en el que nuestro espíritu ya ha completado su misión. Por ello, como reiteró Melloni, nosotros mismos somos los artesanos de nuestra muerte. Porque estamos programados para ir siempre hacia lo que más necesitamos.

La aceptación de la muerte a través de culturas

Cada tradición cultural y religión ha interpretado la muerte (y su significado para la existencia del ser humano) de una manera. Algunas tradiciones explican la causalidad defendiendo que para que una persona exista, se requiere la sucesión de muchas condiciones prodigiosas. Del mismo modo, la muerte es considerada una etapa natural hacia la que avanzamos desde que nacemos. 

En las tradiciones orientales se considera que pasamos por una sucesión de vidas, por lo que la muerte en una es tan solo el nacimiento en otra. En las tradiciones cristianas se vincula la muerte con la ascensión hacia una dimensión superior, el Cielo, a la que estamos destinados desde que nacemos. Incluso hay personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, personas que han vuelto con el conocimiento de lo que ocurre con nuestro espíritu una vez pasado el momento culminante de morir. “Y ninguna de estas personas temen a la muerte porque saben que tan solo es un cambio de niveles de existencia”, argumentó Melloni.  

Además, las tradiciones culturales y religiosas han dado lugar a rituales: códigos de conducta que nos ayudan a expresar en comunidad lo que sentimos ante la muerte. La manera en la que vivimos estos momentos finales se debe a la concepción que hemos tenido de la vida en sí misma. Podemos llegar a ella con angustia y desespero, o con apertura sabiendo que ese es tan solo el final de un tramo de recorrido. Un recorrido que “empezó hace mucho y continuará hasta que regresemos completos a la fuente de donde todo brota”, añadió Xavier Melloni.

Abrazar aquello de lo que nos han enseñado a huir

La naturaleza está llena de metáforas relacionadas con la muerte y la vida. Es una etapa natural para la que estamos destinados desde el momento de nacer y que experimentamos cada día de nuestra vida, en minúscula. 

Aquí, Xavier Melloni hizo hincapié en el gran valor de las personas que acompañan en los momentos finales de la vida. El conocimiento que se tenga sobre lo que morir realmente significa marcará la diferencia en cómo la persona viva el momento de su muerte. Y esta es una de las tareas que Xavier Melloni encomendó a las generaciones futuras (y ya presentes): “habrá personas que ayuden a desprenderse de la corporeidad para llegar a aquello que llamamos ‘lo que hay tras la muerte’”. 
Xavier Melloni finalizó recordando que esta función requerirá de sabiduría, acompañamiento y experiencia. “Nuestra sociedad ha hecho tabú y huye de algo de lo que no tenemos que huir”. 

Con estas argumentaciones, Xavier Melloni compartió en su sesión la importancia no solo de aceptar la muerte, sino de abrazarla.