En una conferencia organizada por Fundación Mémora en Girona, el doctor en Filosofía, Teología y Pedagogía, Francesc Torralba, explicó que la pandemia ha sido un recordatorio de que “la vida tiene fecha caducidad”.

La pandemia ha supuesto una crisis global que aún hoy está teniendo enormes repercusiones para el conjunto de la ciudadanía. En este contexto, los profesionales de la salud han sido uno de los grupos más afectados por esta situación y sus consecuencias son visibles en todos los niveles.
Como destacó el doctor en Filosofía, Teología y Pedagogía, Francesc Torralba, en una conferencia en Girona organizada por Fundación Mémora, los profesionales de la salud y servicios sociales están requiriendo una elevada atención psicológica y psiquiátrica, así como consumo de fármacos, a causa del impacto de la COVID-19. "Han tenido que soportar situaciones muy extremas y eso tiene una consecuencia emocional muy fuerte", resaltó.
Para Torralba, que también es miembro del Consejo Asesor de la Fundación Mémora, ahora es el momento de “recuperar la ilusión y crear unas condiciones en las que trabajar no sea un heroísmo”. Para ello, es necesario aplicar los aprendizajes alcanzados tras la pandemia y realizar una serie de pasos que faciliten la gestión de las pérdidas y el duelo.
El primer paso implica “reconocer la pérdida” y el dolor que genera. De hecho, para muchas personas, las pérdidas sufridas durante la pandemia supusieron un duro recordatorio de que “la vida tiene fecha caducidad”, como subrayó Torralba.
Junto al reconocimiento de la pérdida, es necesario “liberar las emociones en entornos donde haya personas dispuestas a escuchar”. Y un tercer paso supone compartir experiencias con personas que hayan sufrido pérdidas similares, porque es una actividad “liberadora”, sobre todo si se hace con un profesional especializado en la gestión del sufrimiento.
En cuarto lugar, también es recomendable concederse tiempo, pese a la dificultad de hacerlo en una sociedad que vive a gran velocidad y “no da tiempo a determinados procesos”.
Asimismo, Torralba aconsejó asumir que “ninguna persona, por valiosa que sea, es eterna” y reinventarse para aprender de las pérdidas y las ausencias. Por último, el doctor en Filosofía, Teología y Pedagogía recomendó expresar “gratitud sincera a los profesionales que estuvieron en la trinchera”.
Foto: Quim Puig